Masticar


Cuando te piden en la facultad que escribas un ensayo sobre algo que no te gusta y destruís la consigna

Después de usar magia negra para cambiar su apariencia física, la reina malvada prepara una manzana envenenada y visita a Blancanieves en la cabaña de los enanos. Haciéndose pasar por una anciana, insiste en regalarle a su hijastra la manzana mágica. La chica, inocente, acepta. Muerde la manzana y luego de masticarla, cae inconciente.
Blancanieves solo tuvo que triturar con los dientes el alimento que le habían ofrecido para caer en un estado de inconsciencia. A veces, también me gustaría caer inconsciente cuando veo masticar a una persona.
Masticar es mucho más que el proceso por el cual se tritura la comida previamente ingerida al comienzo de la digestión. Es más que dejar una mordida perfecta en una manzana. Es más que la puerta a uno de los tres placeres más grandes del hombre (comer). Masticar… Masticar es horrible. Masticar es hacer uso de nuestra naturaleza animal, es saborear el alimento y hacerlo saber mediante ruidos y expresiones humillantes.
Además, es alucinante el esfuerzo que hace una persona para algo tan simple como alimentarse. Digo, es todo un trabajo abrir la boca, morder una pedazo de manzana, triturarla con las muelas y recién ahí poder tragar esa pasta viscosa que se forma, y que comúnmente llamamos comida.
Un equivalente a la masticación podría ser el sacarse mocos. Cuando una persona se saca un moco con la mano, también realiza un esfuerzo impresionante: se mete la mano en la nariz, se saca el moco y lo mira.  Me atrevería a decir que los más valientes hasta lo huelen y se lo comen. Eso si, no lo mastican. Sin embargo, ambas cosas son igual de degradantes.
En general, todas las conductas instintivas del hombre son algo torpes y antiestéticas, por eso también es que nos resulta más cómodo realizarlas en la intimidad. En público eructamos y pedimos disculpas, besamos y ni siquiera separamos los labios, hasta masticamos con menos libertad cuando estamos acompañados. En la soledad, en cambio, es diferente. La soledad es la amiga con la que nos permitimos dejar de lado el esfuerzo que nos lleva realizar la acción y simplemente somos. Ahí, con ella, es que masticamos por y para el placer de comer, besamos por y para sentir a la otra persona, nos sacamos un moco por y para dejar de tener esa molestia dentro de la nariz.


La soledad es la amiga permisiva. Quizás estando en público deberíamos sólo tragar el alimento para no querer caer inconscientes como Blancanieves, al igual que yo, cada vez que veo a alguien masticar.

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