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Mostrando entradas de agosto, 2017

La mujer de los gatos

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Un escrito olvidado -Mi marido me engaña con una veinteañera -Suelto luego de contestar el teléfono al primer timbrazo. Era una tarde lluviosa a mediados de abril, excelente combinación para sobrevivir a una ruptura. Silencio. -¿Laura? ¿Estás segura? -me pregunta algo confundida. -Si, Sandra -contesto abatida- anoche me lo confesó. -¡Infeliz! Ya mismo subo al auto y voy para allá. Dos horas después sigo llorando envuelta en los brazos de mi mejor amiga, contando, entre sollozos, la noche más desastrosa de mi -ya no tan amorosa- vida. -Su secretaria -gimo- ¡Lo hizo con su secretaria! -digo ahora gritando y llorando al mismo tiempo- ¡Me enfurece que ni si quiera se haya esforzado! -suspiro- Me dejó por un maldito cliché de oficina. -Necesitás un gato -dice Sandra de repente, como si aquella fuera la mejor idea que alguna vez hubiese tenido. -¿Un gato? -pregunto confundida- ¿Cómo se supone que eso solucione algo? ¡No pienso convertirme en la mujer de los gatos!

Calíope

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Pensamientos de una noche Mi escritorio está lleno de hojas de papel. Hojas de papel escritas, divididas en conjuntos y unidas por uno de sus lados bajo un encuadernado. Libros. Mi escritorio está lleno de libros. Me encanta leer. La primera vez que realmente disfruté una lectura fué a los doce. A los diez años, mi mamá me había regalado el primer y segundo libro de la saga Harry Potter. Pero a mi no me gustaba leer, así que guardé los libros en mi escritorio. Después de un tiempo, una especie de materia fina color gris los cubría, como si miles de partículas sólidas que flotaban en el aire de repente descansaran sobre ellos. Polvo. Los libros estaban llenos de polvo. Después de dos veranos sin haberlos tocado, mi mamá me hizo una apuesta: “Si lees los dos libros que te compré antes de empezar el colegio, te doy 50 pesos. Y si no, me los pagás vos a mi”. Bueno, guita fácil, habré pensado en ese momento porque le dije que sí. Y los leí. Y me encantó. Me encan